Pablo Motos entrevistó la semana pasada a Jordi Évole, el popular "Follonero", que ha alcanzado gran éxito gracias a la emisión de su programa "Salvados". En un momento de la entrevista, Évole rememoró una conversación con un ciudadano islandés que, debido a la gravísima crisis que sufre su país, ya no puede permitirse ir de vacaciones con su familia al extranjero, por lo que el año pasado decidieron pasarlas en un camping. Para su sorpresa, estas vacaciones fueron las mejores de su vida porque nunca antes sus hijos lo habían pasado tan bien.
Este fragmento de la entrevista no deja de ser una anécdota pero es un fiel reflejo de las situaciones que suelen vivirse en los campings durante el verano. Uno de los más gratos recuerdos que tenemos en el nuestro es el de una familia que decidió pasar todo el verano en Lo Monte con sus dos niños, de dos y cuatro años. Eran dos críos muy graciosos, guapísimos, que enseguida se hicieron querer por todo el personal del camping, especialmente el día que se ofrecieron voluntarios para acompañar a Bob Esponja a su casa después de que éste actuara en la piscina. Pero lo que de verdad se quedó grabado en nuestra retina fue la imagen del pequeño el día que aprendió a llevar su bici por sí solo. No deja de ser emocionante que algún día sus padres le recuerden que aprendió a montar en bici en nuestra casa, en Lo Monte.
La imagen del camping, todos lo sabemos, no siempre refleja la realidad porque se identifica como un lugar cutre al que ir de vacaciones. Los campistas saben que esto no es verdad: quien acude a un camping, especialmente los de gran categoría, perfectamente pueden permitirse pasar sus vacaciones en otros lugares. Sin embargo, prefieren elegir el camping porque allí sus hijos pueden relacionarse con otros niños y jugar con completa seguridad y libertad.
¿Acaso conocéis a algún niño que haya aprendido a montar en bici en un hotel?
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